Lo que empezó como una secuela de "Los sádicos de Satán" acabó en lo que se convertiría en una de las masterpiece de su director, Al Adamson, que supo combinar con destreza las clásicas Monster Movies de los años 40 en una película que actualizaba el mito del Conde Drácula y el Monstruo Frankenstein a la época de los 60.